Jean Cocteau fue un viajero impenitente y sin mapas, que puso su genio al servicio de una contradicción permanente. Poeta, novelista, dramaturgo, coreógrafo, pintor, dibujante, cineasta… Cocteau es ese viento intenso y fosforescente, un camaleón sensible cuya densidad impide el reduccionismo. Una figura proteica, centelleante, oblicua, Cocteau esboza si teorema: la poesía no es un juego de la inteligencia, sino una actividad sagrada cuya riqueza dormita en lo más profundo de uno mismo. Este descubrimiento le impone a lo largo de su vida una actividad sin puntos de reposo.